
El Señor tiene un amor y una preocupación especiales por Sus preciadas hijas; Él conoce sus deseos, necesidades y temores. El Señor es todopoderoso; confíen en Él.
El presidente Dallin H. Oaks, primer consejero de la Primera Presidencia animó a las mujeres a “no desesperarse, sino a ser de buen ánimo”, asegurando que “el Señor tiene un amor y una preocupación especial por sus preciosas hijas. Sabe de sus deseos, sus necesidades y sus miedos. El Señor es todo poderoso. Confía en él.”
En los últimos días de Su vida terrenal, Jesucristo les habló a Sus apóstoles sobre las persecuciones y las dificultades que sufrirían. Concluyó con esta gran certeza: “En el mundo tendréis aflicción. Pero confiad; yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Ese es el mensaje del Salvador a todos los hijos de nuestro Padre Celestial; esa es la más grande buena nueva para cada uno de nosotros en la vida terrenal.
Las promesas del Señor de bendición y gozo después de la tribulación —que se encuentran en Doctrina y Convenios y “dadas en medio de persecuciones y tragedias personales” a los santos en los primeros años de la Iglesia— “se aplican a cada una de ustedes en sus circunstancias preocupantes hoy en día”, dijo el Élder Oaks.
La “fe inquebrantable” en el “poder ilimitado en la doctrina del evangelio restaurado de Jesucristo” guiará a las mujeres, les dará gozo, iluminará sus mentes y les dará fortaleza y confianza para sus acciones. Entender y conformar su vida a esa doctrina, combinada con el arrepentimiento, permite que las mujeres puedan ser “de buen ánimo a medida que nos mantenemos en el camino hacia nuestro destino eterno: el reencuentro y la exaltación con nuestros amorosos Padres Celestiales”, dijo.
El presidente Oaks recalcó que “La tribulación y los desafíos son las experiencias comunes de la vida terrenal. La oposición es una parte esencial del plan divino para ayudarnos a crecer y, en medio de ese proceso, Dios nos asegura que, desde la larga perspectiva de la eternidad, no se permitirá que la oposición nos venza. Con Su ayuda y nuestra fidelidad y perseverancia, prevaleceremos. Como saben, las adversidades terrenales de las que hablo —que hacen que ser de buen ánimo sea difícil— en ocasiones nos llegan en común con muchas otras personas, como los millones que ahora están pasando por algunos de los varios efectos devastadores de la pandemia del COVID-19. A nivel personal, cada uno de nosotros lucha de forma individual con algunas de las muchas adversidades de la vida terrenal, como la pobreza, el racismo, la mala salud, la pérdida del empleo o las desilusiones, los hijos descarriados, un mal matrimonio o la ausencia de este, y los efectos del pecado, propio o ajeno”.
Pero a pesar de eso el continua: “Sin embargo, en medio de todo esto, tenemos el consejo celestial de ser de buen ánimo y hallar gozo en los principios y promesas del Evangelio y los frutos de nuestras labores”.
Hermanas, la Primera Presidencia está preocupada por los desafíos que enfrentan. Las amamos y oramos por ustedes. Al mismo tiempo, a menudo agradecemos que nuestros desafíos físicos –aparte de los terremotos, los incendios, las inundaciones y los huracanes– suelen ser menores que los que enfrentaron nuestros predecesores.
“Quizás usted esté enfrentando desafíos enormes”, enseñó el Élder Richard G. Scott. “A veces estos se concentran de tal modo y son tan implacables que quizás sienta que están más allá de su capacidad de control. No se enfrente al mundo solo. “Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia” [Proverbios 3:5]… Se pretendía que la vida fuera un desafío, no para que fallen, sino para que quizás tengan éxito en superar el desafío”.