Élder Winsor Balderrama
De los Setenta
Un día bajo el consentimiento de Jesús, le trajeron a un muchacho que tenía un espíritu mudo y sordo, del cual su mismo padre explicó… muchas veces le echa al fuego y al agua para matarle; pero si tú puedes hacer algo, ¡ten misericordia de nosotros y ayúdanos!!… a lo que Jesús respondió: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
El padre de este buen muchacho en un tono algo desesperado y de inmediato clamó diciendo: creo; ayuda mi incredulidad. (Marcos 9:17-24). Aparentemente lo que estaba sucediendo en ese momento es lo que suele pasar entre nosotros actualmente, creemos pero no en el nivel que se espera, ni en aplicar los recursos que Dios dispuso para ayudar a sus hijos.
Como en el caso particular de este padre, que antes de solicitar ayuda en su modo de creer, había indicado a Jesús… dije a tus discípulos que lo echasen fuera, pero no pudieron… Sin embargo, lo más probable es que los discípulos que no tuvieron éxito en echar fuera al espíritu mudo y sordo no necesariamente eran a los únicos a los que les faltaba preparación para tal efecto.
Parece que al que más le faltaba preparación era al padre del muchacho, que aparentemente no había llegado a confiar en la capacidad y autoridad de los discípulos para hacer el milagro, porque… la fe no viene por las señales, más las señales siguen a los que creen (D. y C.
63: 9). Estos hechos nos pueden guiar para que también podamos acudir al Señor a fin de que Él…aumente nuestra fe (Lucas 17:5) y nuestra incredulidad ya no sea un obstáculo que nos prive de las oportunidades en las que el Señor nos puede ayudar y bendecir.
Muchos de nosotros demostramos a través de lo que hacemos y lo que dejamos de hacer, que no hemos terminado de creer y sostener algunas cosas básicas del Evangelio como: que la Oración diaria nos permite recibir protección y dirección; que la Noche de Hogar protege y fortalece la familia; que el estudio del Evangelio en las escrituras aumenta nuestra capacidad de actuar correctamente; y que estas y otras prácticas del Evangelio son los medios y la manera más eficaz que el Señor utiliza para edificar los asuntos determinantes e importantes de la familia, porque Él mismo declaró… de las cosas pequeñas proceden las grandes (D. y C. 64:33).
Incluso podemos caer en el error de omitir el seguir un mandato prescrito del Señor, restando importancia sus consecuencias futuras. Recuerdo que algunos años atrás, cuando era Obispo del barrio, había compartido un discurso a la congregación sobre las bendiciones del pago de los diezmos.
Al término de la reunión, una de las hermanas más adultas de nuestro barrio se acercó a mí con una solicitud. Por cierto, ella era una mujer que tenía algunas diferencias con las otras hermanas del barrio. No leía ni escribía, además asistía a las reuniones de vez en cuando porque vivía en un lugar aislado de la ciudad, criaba animales y trabajaba la tierra junto a su esposo para su sustento.
Cuando comenzó a hablar extendió su mano con dinero en ella, y dijo: mis animales no se procrean, seguro es porque no he estado pagando mis diezmos, usted nos dijo que si pagamos nuestros diezmos seremos bendecidos por el Señor en nuestras necesidades. Ahora, al pagar mis diezmos espero que mis chivos se procreen y que pronto tengan crías.
Cuando ella aún hablaba, pasó por mi mente la idea de que tal vez sus animales tenían algunos problemas biológicos de procreación como la esterilidad por lo cual no tenían crías, por algunos segundos yo estaba cuestionándome cuál podría ser la razón, pero ahí conmigo estaba una mujer buscando las maneras en que el Señor le ayude en “su incredulidad”. Deseaba poner a prueba lo que el Señor mismo había dicho a través de Malaquías…. Probadme ahora en esto, si no os abriré las ventanas de los cielos y derramaré sobre vosotros bendiciones hasta que sobreabunde. (Malaquías 3: 10).
De manera espontánea decidió dar un paso en pos de una ayuda superior que proviene de lo alto, decidió actuar en obediencia a la enseñanza del espíritu que le susurró esa mañana cómo podía solucionar sus propias preocupaciones personales, es decir obedeciendo y confiando en la ley (del Diezmo) que como bendición canalizaría la mejoría de sus bienes, y su incredulidad se hizo una creencia con acción y obediencia.
El Señor puede ayudarnos en nuestros problemas y necesidades si hacemos nuestra parte, procuremos actuar, más que solamente desear y esperar que las cosas sucedan como parte del azar del destino o de la suerte. Sin embargo, en este cometido de actuar, será importante considerar que al hacer nuestra parte no se trata de solo estar en acción, sino de actuar haciendo y siguiendo principios correctos que el Señor haya señalado y establecido a través de los profetas antiguos y modernos …creed a sus profetas y seréis prosperados…(2Cro 20:20).
Algunos tal vez pensemos que mientras estamos activos, más evidencia hay de que estamos haciendo nuestra parte y siguiendo un sendero de progreso. Seamos cuidadosos de no ser engañados. La actividad no es sinónimo de estar haciendo lo que se ha establecido por los estatutos del Señor.
Podemos pasar toda nuestra vida en la iglesia pero sin ocuparnos en hacer las cosas esenciales, como contar con una recomendación vigente para el templo, efectuar las ordenanzas que solo se pueden hacer dentro los templos, además del cambio personal de nuestra conducta como el aprender a controlar nuestro carácter y otros asuntos de índole personal que permanecerán con nosotros aun después de la muerte si no se mejoran en esta vida.
Cuando nos aseguremos de que no estamos dejando de lado las cosas esenciales del propósito de nuestra existencia, entonces estaremos en la condición de ayudar a otros en su incredulidad, y podremos hacer eco de las palabras del Salvador …No temas, cree solamente (Marcos 5:36). Ya que en nuestro alrededor siempre encontraremos a quienes necesitan ayuda, muchos de ellos participan con nosotros en las reuniones de la iglesia, y algunos otros están un poco más aislados de la actividad de la misma.
Incluso tenemos amigos que no son de nuestra fe que también tienen necesidades inmediatas, muchos de ellos no saben en qué apoyarse, a qué aferrarse para la solución de sus problemas personales, es más, algunos tienen cegados los ojos por la soledad, decepción , rencor y otros asuntos que disminuyen su capacidad de actuar correctamente.
Para nosotros es evidente que hay un Dios en los cielos a quien podemos acudir, pero para algunos, en su imaginación equivocada, el Señor está demasiado lejos y les es poco familiar comunicarse en oración, por lo cual deciden consciente o inconscientemente mantenerse al margen o aislados, porque no han experimentado personalmente el dulce sentimiento de mantener una relación cercana de Padre a hijo con Dios.
Tal vez, si alguien (como nosotros) les compartiera su propia experiencia personal de vivencias similares y de cómo el Señor nos ayudó en nuestras necesidades, muchos de los que necesitan ayuda para CREER tomarían mayor confianza para actuar y de aferrarse a lo que el Señor ha establecido para bendecir a sus hijos, seguramente a esto se refería el apóstol Pablo cuando dijo…os rogamos , hermanos, que amonestéis a los que andan desordenadamente, que consoléis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles…(1Tes. 5:14).
En esta carta del apóstol Pablo a los Tesalonicenses no califica a los que no viven los mandamientos como pecadores, sino solo como los que andan en desorden; entonces en este proceso algunos solo tienen que considerar poner una prioridad antes que otra, con lo cual ya estarán facultados para que Dios los bendiga inmediatamente.
Si percibimos que alguien no sabe en dónde empezar, nosotros podemos servir de gran ayuda en el simple modo de compartir y mencionar por dónde empezamos y a qué nos aferramos para alcanzar lo que alcanzamos. En este deseo de ayudar a otros en “su incredulidad” tendremos que realzar las virtudes y no concentrarnos en sus debilidades del momento, teniendo cuidado en considerar que podemos ser exigentes con nosotros mismos pero tolerantes con los demás.
Una sola palabra de ánimo podría ser el inicio para que muchos vuelvan a la actividad de la iglesia y los que más necesitan de amabilidad, atención y comprensión son los miembros nuevos, ellos necesitan ver con más frecuencia una sonrisa en nuestros rostros, acompañado de una amistad plena y sincera, lo cual afirmará sus primeros pasos en la iglesia y seremos partícipes directos de la bondad del Señor para con todos.
Comparto mi testimonio de que Jesucristo vive; sé en experiencia personal que…al que cree todo le es posible… Él puede sanar nuestras almas heridas y darnos la facultad de ser mejor en base a nuestros esfuerzos. Nuestro Padre Celestial nos ama más de lo que podemos llegar a comprender, se deleita en honrar a sus hijos que le obedecen, y lo seguirá haciendo en la medida en que sus hijos se acerquen a Él en confianza y devoción… y como creíste te sea hecho (Mateo 8:13). En el nombre de Jesucristo, Amén