En una zona alejada a la falda de un cerro, una familia vive en una casa provisional de cartón prensado. A pesar de las dificultades, la unidad familiar es su fortaleza. De esta situación surgió una inspiradora historia de emprendimiento cuando uno de los miembros de la familia, la hermana Andrea Uriola, tras culminar su carrera de Diseño Gráfico, decidió iniciar su propio negocio. Con equipos básicos, comenzó a producir impresiones, tarjetas, stickers, volantes, agendas y libretas. Sin embargo, la falta de recursos y conocimientos empresariales dificultaba la sostenibilidad de su proyecto.

La transformación de este emprendimiento se dio cuando fue invitada a participar en el curso piloto “Iniciando Mi Negocio”. Este curso le permitió entender que no hay imposibles, partiendo desde la venta de un clip. A través de trabajos de campo, evaluó el mercado, clientes, precios y calidad, lo que le permitió elaborar su primer Plan de Negocios. Este nuevo enfoque mejoró su manejo administrativo, control de precios y seguimiento de indicadores clave, lo cual resultó en un aumento de clientes y ganancias. La formación obtenida en el curso fue fundamental para el crecimiento y sostenibilidad de su negocio.
Tras seis meses de perseverancia, la hermana Andrea calificó para el programa Flexible Business in a Box de la Iglesia. Gracias a este programa, recibió equipos esenciales para mejorar su negocio: una impresora de mayor velocidad, un CAMEO para realizar cortes de imágenes y letras, una guillotina y una enmarcadora. Esta ayuda fue un verdadero milagro que le permitió incrementar sus ingresos y, lo más importante, cumplir con un mayor diezmo y ofrenda de ayuno al Señor, a quien atribuye todo su éxito. La historia de este emprendedor es un testimonio de cómo la perseverancia y el apoyo adecuado pueden transformar vidas y comunidades.