Huacuyo, una remota población en lo alto de nuestras montañas, muy cerca del santuario de Copacabana, en la Provincia Manko Capac, del Departamento de La Paz, fue protagonista de una historia inédita para la Iglesia: Todo un pueblo deseaba recibir el bautismo después de escuchar a sus hijos leer pasajes del Libro de Mormón.
A continuación se transcribe un extracto del artículo de Vira H. Judge, publicado en Church News, en su edición de 30 Julio, 1977.
Church News
“En junio de 1976, pocos en la Misión La Paz Bolivia habían escuchado de Huacuyo. Entonces llegó una carta, firmada con las huellas dactilares de más de 100 miembros de la comunidad. La carta, escrita por un abogado para los campesinos, pedía a los misioneros ir a visitarlos.
“DeVere McAllister, presidente de la misión estaba un poco escéptico acerca de la carta... él esperó.
“Pocas semanas después, llegó otra carta. ‘Por favor, envíennos misioneros.’ Rogaba. ‘Nuestros hijos han aprendido a leer español en la escuela. En nuestro pueblo ellos leen el Libro de Mormón para nosotros. Sabemos que es verdadero, y deseamos bautizarnos.’ Se desconoce cómo ellos obtuvieron una copia del Libro de Mormón.
“Esta vez el presidente McAllister asignó a dos elderes para visitar los fines de semana el remoto poblado. Las primeras cuatro semanas lo convencieron de que Huacuyo debía tener misioneros de tiempo completo.
“Cuando Elder Brandt Clark y Elder Ernest Richter, llegaron a Huacuyo, encontraron que los pobladores habían construido una capilla con paredes de adobe y techo de calamina, y estaban ansiosos por escuchar el evangelio.
“En Octubre 28 de 1976, dos semanas despues de la llegada de los misioneros, tuvieron un servicio bautismal colectivo. Las heladas aguas del rio fueron estancadas para formar una piscina y 36 personas fueron bautizadas. Dos semanas despues, 23 más fueron bautizadas, y para mayo de ese año, un total de 96 personas, en su mayor parte familias enteras, se habían convertido en miembros de la Iglesia.
“Los élderes tuvieron que aprender la lengua Aymara sin la ayuda de grabadoras, ni libros. Su única capacitación fue la memorización y unas pocas notas dejadas por el misionero anterior. Vivían en una habitación en el piso de arriba en una casa frente a la capilla. Con solo un par de sillas y una mesa, aprendieron a vivir en las mismas condiciones que la gente del lugar. El agua había que traerla del rio, y un camión les llevaba suministros una vez a la semana.
“La primera vez que llegaron al poblado, la gente les dio la bienvenida con los brazos abiertos. ‘El alcalde nos agradeció y nos ayudó a establecernos’ dijo Elder Richter. ‘Hacia el atardecer la gente comenzó a bajar de las montañas trayéndonos de regalo, papas, huevos y otros alimentos…
“La actividad en la rama empezó a prosperar. Familias completas se habían unido a la Iglesia. Durante la última reunión de testimonios asistieron 125.”
La creciente aceptación del evangelio por parte de la gente de origen Lamanita en Bolivia así como en otros países de Sudamérica, ha motivado al Departamento Curricular de la Iglesia a desarrollar un programa de entrenamiento en Aymara, y otro en Quechua para misioneros; actualmente están en uso en las Misiones de La Paz y Cochabamba.
Huacuyo tiene actualmente una linda capilla, la única en Bolivia cuya placa de identificación lleva el nombre de la Iglesia en idioma Aymara.